El sector de la cabra es un gran desconocido todavía en Navarra”, una actividad que ejerce a tiempo completo Silvia Lázaro Alfaro, una joven ganadera de 34 años cuya granja familiar está en Figarol y cuyo sueño es “completar el círculo y, además de producir leche, poner en marcha una quesería”. Emprendedora y muy formada, afirma que para “llevar una empresa agroalimentaria, hay que ser multidisciplinar y manejarse en muchos campos diferentes. Eso me ha hecho aprender mucho”.
Lo que más le gusta de su trabajo “es que cada día es distinto y que, por parte de los animales, recibes mucho cariño”. La contrapartida es que exige una dedicación absoluta y los márgenes de la comercialización de la leche son reducidos. Una limitación que quiere superar con la elaboración de quesos artesanos.
Silvia Lázaro Alfaro se licenció en Química, en la especialidad medioambiental. Tras concluir sus estudios universitarios con un Erasmus en Roma, decidió realizar el CAP lo que le habría la posibilidad de dedicarse a la docencia, otra actividad que le apasiona.
En 2008 sus padres pusieron en marcha una explotación caprina junto con su hermano, pero la primera vida profesional de Silvia se desarrolló fuera de ese entorno en empresas, centros de investigación y de enseñanza. Mientras estaba realizando un máster sobre industria agroalimentaria planteó un proyecto para elaborar queso de cabra a partir de la leche de la granja. El repentino fallecimiento de su padre precipitó las cosas y le hizo decidir “acompañar en esta aventura a mi madre y a mi hermano”.
Llevar una granja conlleva una importante parte de gestión ¿Cómo lo asumiste?
Los comienzos hace seis años fueron muy complicados. Mi formación no estaba orientada a la gestión, por lo que me costó coger las riendas de la empresa. He aprendido muchísimo sobre organización, contabilidad, facturas, pero también sobre el trato con los clientes. Esto supone más trabajo para mi que la parte física.
Por lo tanto, ¿consideras que la formación empresarial es importante para el sector ganadero?
Si, es muy importante conocer la parte empresarial. En tiempos de mis abuelos o cuando mi padre se dedicaba a la agricultura había una imagen de que quien se dedicaba al campo era porque no había podido estudiar o no tenía otros recursos. En realidad somos pequeñas empresas agroalimentarias por lo que necesitas muchos conocimientos. Tienes que ser multidisciplinar porque hay que hacer de todo.
¿Cómo es tu trabajo diario?
Puede parecer que siempre es lo mismo, cuidar, limpiar, ordeñar, alimentar… porque todos los días hay que realizar ciertos trabajos como en un fábrica. Pero en realidad siempre es diferente. Los animales son seres vivos, nunca son iguales. De las cabras lo que más me ha sorprendido es que son inteligentes, cotillas y muy cariñosas. Cada una es distinta, pero todos los días recibes muchísimo cariño. Me encantan los animales.
¿Y la gestión del tiempo? Porque los animales precisan atención todos los días…
Estoy en ello. Uno de mis objetivos a nivel personal es buscar una hora diaria solo para mi, porque creo que es necesario. Eso si, el aburrimiento es imposible.
¿Es importante el desarrollo del cooperativismo en un pueblo?
Asociarse es muy importante. La cooperativa en un pueblo tan pequeño como Figarol tiene un gran peso, sobre todo a nivel económico. Lo ideal sería que pudiera atraer a familias para que vivan aquí y de esta forma permitir, por ejemplo, que la escuela siga abierta. Si nos asociamos y creamos trabajo vendrá más población y aumentarán los servicios. Si no es como una pescadilla que se muerde la cola.
Ya cuando estudiabas el máster tu proyecto era la quesería ¿cómo es ese sueño?
Es el gran sueño de mi familia y es el mío. Es la forma de cerrar el círculo y de tener más valor añadido. Queremos hacer un proyecto integrado. De esta forma con la granja obtenemos una materia prima de gran calidad y con ella podemos elaborar queso artesano. Incluso sería maravilloso si el volumen de ventas llegase a ser tan grande para comprar leche a terceros.
¿En que fase estás?
La futura quesería ya cuenta con instalaciones, pero es necesario que el día a día me permita un poco de tiempo para terminar de ponerla en marcha. Estamos dando vueltas al nombre, pero creo que definitivamente se llamará Quesos o Lácteos “El Moro” porque ese era el apodo de mi padre en el pueblo. Es una forma de hacerle un homenaje. Nuestra intención es empezar con queso fresco para distribuirlo en la zona y también realizar un queso tierno fermentado, semicurado, que nos permita ir experimentando con sabores naturales relacionados con el entorno y la Bardena. También nos gustaría elaborar yogures.